“I care for myself. The more solitary, the more friendless, the more unsustained I am, the more I will respect myself.” ― Charlotte Brontë, Jane Eyre
domingo, 29 de marzo de 2015
H. R. Giger
El trabajo de H. R. Giger ofrece
vislumbrar el lado oscuro del comportamiento humano que infringe la barrera de
lo natural y lo artificial, confundiendo lo moral con lo satánico y al placer
en su sentido más extremo como un producto del sexo explícito que fecunda a una
época defectuosa y que culmina en la contemplación del miedo a la muerte en una
era frágilmente nuclear. La paradoja de las pesadillas diurnas, los sueños
húmedos y los deseos prohibidos en un mundo industrial que reprime y
transfigura a sus humanos en androides incapaces de sentir ni explorar sus
pasiones más agresivas. En un ciclo donde la tecnología maneja la mente del
individuo y le convierte en una criatura robótica o el biomechanics. Donde la
libertad se ha delimitado a un cable en la pared y el amor al fanatismo
científico. Giger muestra las sombras humanas deambulando hacia lo
extraterrenal, haciendo contacto con esos demonios alienígenas que le liberan y
le subyugan.
Según cuenta Giger, su etapa vital
más joven fue una existencia singular y solitaria ya que sufría de una exagerada
timidez. Se entretenía con sus creaciones fantásticas de plastilina donde
idealizaba castillos y trenes con los que jugar. Un poco más tarde se
instruiría profesionalmente en Arquitectura y Diseño Industrial. En esta fase
de su vida, su arte había impactado de tal modo a Dalí y al cineasta Alejandro
Jodorowsky que le fue propuesto trabajar junto a Dan O’Bannon y Moebius,
elaborando los diseños para la utópica película Dune (lapso tentativo de
1973-1977) basada en la novela de Frank Herbert.
No obstante a la ceguera de
Hollywood, los ojos de Dan O'Bannon fueron conquistados por el oscuro genio del
trabajo de Giger. O'Bannon no tardo en fascinar a Ridley Scott para que
encomendara a Giger la misión de diseñar los escenarios extraordinarios y las
criaturas inhumanas del film Alien (1978), los cuales fueron inspirados en el
Necronomicón pictórico de Giger. Fue un éxito cumplido visto venir. Sin
embargo, inmerecidamente Giger no sería llamado para proseguir con las secuelas
de Alien, aunque se ofreció de buen samaritano.
Su obra artística fue influenciada
grandemente por la vida y muerte de su esposa Li Tobler, quien fuera actriz de
ocupación y modelo personal de Giger. La vida de Tobler fue una rueda caótica
que giro brevemente en nuestro mundo. Su espíritu rebelde no sosegaba con
drogas ni con su elevada promiscuidad. Tras un agotamiento físico y mental en
su vida, Tobler viajó imprevistamente a San Francisco, Estados Unidos junto a
uno de sus ya muchos amoríos, aunque después de un turbulento mes regresó a
Zurich con Giger, según ella decepcionada del estilo de vida americano.
Ulteriormente este incidente creció en Li una apatía desmedida y una depresión
tan severa que culminó en su suicidio a la edad de 27 años. Un evento fatal
para Giger quien tornó su arte más sombrío. Lamentablemente Giger extinguió su
genialidad un lunes de 2014 a los 74 años de edad al caer de una escalera en su
casa en Suiza.
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